Si hoy fuera vasca o gallega y tuviera que votar no sé si me levantaría de la cama. He perdido toda la fe en que un político pueda salvarme de nada. Nos han dejado tan claro que los mercados mueven el mundo que me parece liliputiense el poder de un partido  que no tiene garantías de  cumplir sus promesas electorales.

En realidad no creo ni he creído nunca en una promesa que no fuera de amor, la más volátil.

Pero entiendo que el escepticismo militante es la antesala del suicidio,  así que me he propuesto hacer un acto de fe en la fe. Y pensar un rato en qué creo. Debo añadir que Minichuki está en las mismas desde que el otro día me espetó: “Tú eres el ratón Pérez y me has decepcionado. A ver ahora qué hacemos”.

1. Digamos que creo en el poder de las piernas para abrir caminos. Creo que si tienes voluntad para salir a correr cada mañana se abre un curso mágico parecido al subsuelo de Alicia en el País de las Maravillas pero sin reina chunga. Y ese instante que premia el esfuerzo es tan pleno que borra los contornos y el alrededor. Creo en las endorfinas, sí, sobre todo en ellas.

2.Creo en que pensar mal por defecto es un veneno y que confiar aunque te vengan mal dadas te permite disfrutar de las personas y dar cuerda a sus intenciones. Creo que el tonto inteligente es un cáncer del que hay que alejarse y que el listo sin afán no va a ninguna parte.

3. Creo que hay una mística en los placeres gratis que los hace sublimes.

4. Creo en los amigos que haces de mayor, cuando ya sabes quién eres, y en la indestructible fortaleza de los de siempre. Creo que siempre hay una buena lectura de lo malo que te pasa, y que lo mismo pienso esto porque en realidad no me han pasado grandes dramas. Así que cruzo dedos y me resisto a imaginar salvedades funestas al respecto.

5. Me parece que si uno encuentra aquello que le hace ser más él no tiene otra que emprenderlo.  Que la autocompasión es un espectáculo mediocre. Que el miedo agota y paraliza. Que los tonos marrones los carga el diablo y que el cine doblado te proyecta una película distinta.

6.Creo en mis hermanos, porque siempre que estoy con ellos me río y hace calor.

7. Creo que trabajo en un oficio que se está extinguiendo; que las palabras no pueden ser un negocio boyante porque son sagradas. Que contar lo que hay ahí fuera no es pasearse por Google City y cocinar un refrito vistoso. Creo que no existe la libertad de expresión y que la libertad de presión se ha hecho carne y habita entre nosotros.

8. Creo que los reality shows deberían erradicarse por tóxicos, y que el hedonismo es una (buena) religión disfrazada de pecado. Que los hidratos de carbono molan y que comer ensalada todo el rato es un coñazo y una tristeza espiritual.

9. Creo que no hay que perder un segundo con quien no lo merece porque la vida es corta.

10. Creo que no soy una buena madre ni la mejor pareja para nadie pero ya no me atormenta porque el amor no es un concurso que puntúe, sino lo que pasa  mientras aprendes a querer. Así que sí: Soy la mejor madre a la que puedo aspirar y la mujer de la vida de alguien que me adora y debe estar por ahí, entretenido en sus requerimientos. Fijo que sí. 

Y creo que me ha dado hoy por ahí porque cuando el escepticismo asoma hay que defenderse.

Y sobre todo creo que le debía una respuesta a mi hija desde que  hace días me soltó eso de“A ver ahora qué hacemos”.