John Cusack

Botín de sábado de mujer caprichosa de mediana edad: 1. Serendipity (por John Cusack. Perfecto plan de noche de chicas), 2. Tres pares de calcetines negros y una camiseta deportiva azul eléctrico (para correr sin usura y echar chispas), 3. CD de Antony & the Johnsons (por la inmensidad de su Hope There´s someone, que no se me va de la cabeza y me produce temblores secos), 4. El País y El Mundo (por tocar la vida en papel, que navegar marea lo suyo). 4. Decepción  (por Perdida, una tv movie de domingo de resaca por la tarde disfrazada de thriller y llena de diálogos postizos y trampas retorcidas/facilonas).

A los modernícolas les encanta Perdida, lo que vuelve a probarme que no formo parte del grupo.  Cuando huelo postureo, intolerancia, rictus de superioridad y ventajismo disfrazado de falsa humildad salgo por piernas. No formo parte de ningún grupo, me temo, lo que me deja a la intemperie. Pero en brazos de John Cusack y de Antony Hegarty podría ser feliz. Con la ayuda inspiradora de Leila Guerriero:

“Yo no tengo dios, pero, si tuviera, le pediría: salvame
Salvame de la confusión de suponer que me recordarán por siempre.
Salvame de la tentación de pensar que lo que escribiré mañana será mejor que lo que escribí ayer.
Salvame de necesitar la mirada de otros.
Salvame de ambicionar el camino de los otros.
No me salves de mí.
De todo lo demás: salvame”. (Zona de Obras. Ed. Círculo de Tiza).

Leila es el antipostureo, el antiego, el antídoto contra la tentación onanista de escribir sin contar nada. Cada letra suya encierra una intención, un tiro al puro centro, un salmo, una herejía. No soy de ningún grupo, pero de serlo sería del de Leila, del de Lorry (Moore), del de Antony, de la prosa abonada y fértil de Héctor (ayer, éste último me notificó, desde un aeropuerto perdido a demasiadas horas de su hogar, sus intenciones: “En febrero voy a Madrid, me compro un piso y lo celebro contigo”).

Soy, ahora que lo pienso, del grupo de madres/padres con hija que juega al fútbol y es la única chica del equipo, que se desgañitan en los partidos y vomitan todo el entusiasmo y toda la fe, y al terminar notan que hacía frío y la humedad ha calado hasta los huesos, pero el corazón abrasa.

Mi niña es el 8

También soy de ese selecto grupo de coleccionistas de nada. De mujeres que mejor solas que acompañadas pero huérfanas de abrazo. De militantes de Mahou y de Bombay. De reincidentes de Bach y de la ensaladilla rusa. De millonarios de amigos y de cuentos…

Así que soy gregaria, al fin y al cabo. Y creo que una mala película, un mal libro, es un robo a mano armada. Que debería haber un club de bobitas sin talento y otro de tontos con idiomas. Que uno es lo que sale cuando abre la boca sin pensar, sin estrategia. Que hay que votar el mal menor, pero votar. Que conviene volver a Lisboa y pisar adoquines, mejor enamorado. Que el desaliento, el desamor,  se curan con lentejas. Que tú sigues ahí, no te has movido, pero te vas desdibujando. Que este domingo sin prisas y con Antony, con Leila y con el grupo es pura serendipia. Puro hallazgo. Que ya va siendo hora de salir a correr  con camiseta nueva. Eléctrica. A chispazos.

P.D. Adjunto crítica de “Perdida” con la que estoy de acuerdo. Genial lo de “artificial como alcachofa de cerámica”:




Rex Reed: The New York Observer