Mi querida Big-Bang:

Me gusta cuando callas, porque estás como ausente…Sí, el trato era que yo te contaba las miserias de mi alcantarilla y tú me orientabas levemente, mientras me hacías un envío de pastillacas de colorines. Pero como un viejo matrimonio hemos empezado a tomarnos confianzas y ahora yo te hurto mis verdades y tú a mí la química. Moraleja: tú estás aburrida y yo desquiciada.

Vale, sí, la relación terapeuta-paciente pasa por etapas. El flechazo -morbazo- que es cuando yo te contaba unas trolas del siete para alarmarte y ser tu clienta favorita y tú me enviabas los paquetes envueltos en plata con lazo a conjunto ya pasó. Lo nuestro fue como un concubinato, pero sin sexo. Claro que de mi vida sexual lo sabes todo, y eso te confiere un poder que ríete del teléfono rojo en la guerra fría. Cualquier día me encuentro mi biografía no autorizada en las redes sociales y entonces vete despidiendo del diván y de tus seres queridos, chati.

Veamos, si yo loca, tú más. ¿O me vas a decir que de tanto escuchar truculencias no se te pega nada? Seguro que cada vez que terminas una sesión corres a mojarte la cara bajo el grifo, temblorosa, y hasta te santiguas. Me pregunto si tienes una vida propia, y cómo es él, y a qué dedica el tiempo libre. Y luego todo eso de en qué lugar se enamoró de ti. Aunque, claro, enamorarse de una psicoterapeuta con ínfulas no debe ser fácil. Imagino cómo los escrutarás, a los pobres, y que cada polvo debe ser un diagnóstico. Como una mantis del cerebro que te atrapa por el sexo. Puajjjj.

Y ahora a lo que vamos. No entiendo tu nota: “En breve terminará nuestra terapia. La veo muy suelta, desobediente y extralimitada. Entiendo que si no va a hacer caso a mis indicaciones, nuestra relación no tiene sentido”. A ver, chunguita, que la que paga soy yo. ¿Qué es eso de “nuestra relación”? Puedo perdonar que me dejen, pero no que lo hagan con una prosa tan chusquera. Sólo te ha faltado añadir en el sobre lo de “corre, corre, cartero…”. Aquí la que rompe soy yo, y con verbo florido, pardiez.

Bueno, tómate el lunes de reflexión. Tenemos que hablar. En esta pareja ha fallado la comunicación (teniendo en cuenta que yo escribo y tú pasas, era de esperar). Ahora mismo te mando un cheque en blanco y un billete para el volcán islandés, que ha quedado muy mono, tan renegrido. Ya verás qué felices vamos a ser, chitina. Pero háblame, por dios, o no respondo de mis actos!.

Con amor.