Una pareja nace, crece, se reproduce y a veces muere.

Si se reproduce en realidad no muere. Sólo se separa. Y los hijos a veces siguen siendo hijos y a veces mercancía que se compra y se vende.

Hay hombres que prefieren no ocuparse de los hijos y dejan de ir al turno de visitas, a las reuniones del cole, a los médicos, al partido de fútbol. Hay mujeres que convierten al hombre que fue en un plan de jubilación. Un sueldo Nescafé para toda la vida. “Tengo a tus hijos, si quieres verlos, paga”.

Hay hombres que quieren seguir siendo padres, ir al cole, acompañarlos al médico, leer el cuento, levantarse por las noches, jugar, sofocar las pesadillas, comprar camino de casa un cuaderno, un boli, la plastilina. Supervisar los deberes. Dar de cenar. Jugar.

Sí, también hay muchas mujeres que lo hacen. Muchas. Tal vez la mayoría.

Custodia compartida

Y luego hay otras que prefieren que sus hijos se queden sin el padre salvo que este pague por ello. Un secuestro en toda regla. Y saben que no pueden delatar a la secuestradora porque eso dañará a sus hijos. Y se desesperan. Y no dicen todo lo que piensan no sea que los acusen de maltrato psicológico y el juez sentencie que el secuestro y la extorsión serán legales. Conforme a derecho.

Hay mujeres que con la coartada de ser madres se tumban a esperar el maná. Y quieren mucho a sus hijos, y llegan tarde a buscarlos, y piden prórroga a los padres porque siempre se les cruza un plan en el camino y recogerán a los hijos, pero en otro momento. Y con sus hijos son todo “mi amor” y mi cariño”. Y el amor, tantas veces mal entendido, no se cuestiona. Es su madre, ¿cómo no va a dar una madre su vida por un hijo?

Una madre, lo siento, es un ser que alumbra un bebé y suele quererlo. Pero a veces se quiere más a ella misma. Y se ampara en el dulce discurso de la maternidad, los anuncios de dodotis, la leche en polvo, los desvelos. El vuelve a casa por Navidad.

Pero lo que más la desvela, (a veces), es perpetuar su condición de mantenida. Sacar su parte aunque deje al otro en la miseria. (Me quedo con el padre, al hombre que le den).

Hay hombres que maltratan, abandonan y pasan de sus hijos, los hay. La sociedad los señala, la justicia a veces los condena. Hay mujeres que cobran su sueldo gracias a sus hijos. La sociedad ni se entera, la justicia a menudo las favorece y hace la vista gorda aunque sean una mafia.

“Hasta  que la muerte os separe”. Lo dijo el cura, ¿recuerdas?

(Custodia compartida=fin del cheque. Para algunas eso significa. Por eso no les interesa)

Hay mujeres que encuentran que un hijo es más rentable que el mejor plan de pensiones. Y harán lo que sea por mantenerlo. Al mejor tipo de interés.

Una pareja nace, se reproduce y a veces muere. Y cuando muere debería firmar un pacto de con los hijos, no con el/la ex. Tu padre y tu madre te seguirán amando. Te llevarán al médico, te esperarán a la salida del cole. Te contarán los cuentos. Te ayudarán con los deberes. Te animarán en el partido de fútbol. Pagarán tus necesidades. Te escucharán.

Y de ninguna manera pondrán precio a tu tiempo. A tu compañía.

Algunos hombres no quieren ni oír hablar de eso. Algunas mujeres, esas madres intocables con patente de corso, tampoco.

Hay hombres, me consta, que querrían poder subirse a la máquina del tiempo y eliminar un encuentro en el camino. Aquel instante. Aquella diosa que hoy es una carcelera con la mano siempre extendida. Implacable. Abusadora.

Hay hijos a los que debemos proteger de la evidencia como los protegemos de las películas violentas o las malas compañías.

La pareja es un contrato. Siempre lo fue. Pero casi nadie lee la letra pequeña. Las cláusulas que permitirán la mala praxis. El chantaje. El cheque en blanco.

Y las víctimas, una vez más, son los hijos.

PD. Pido disculpas por el tono demagogo. Hablo con las tripas, pero  sin perder la cabeza.
PD-2.Para A. Un padre que se ocupa y ama.