1. Ayer regresando de la Cuevona -una catedral de estalactitas y estalagmitas por cuyo interior pasan coches- me di cuenta de que cada año dejo un puñado de hallazgos pendientes para asegurarme la vuelta al paraíso. Antes había dado cuenta yo solita de una ración de zamburiñas plancha que me proyectaron a un viaje lisérgico sin ácido ni resaca. Más tarde, me enganché ligeramente a “El Jilguero” ahora que el protagonista es un yonqui sin futuro aparente y su amigo Boris -ese Huckemberry Finn moderno- es mi indiscutible personaje favorito (me costó superar la página 450. No he dado tantas oportunidades a un libro desde  El Quijote en la adolescencia. Y fue por obligación). Ser del montón me hace sentir bien. Pero no demasiado bien.

2. Mi pelo pide a gritos una actualización de forma y color.  De pronto me miro al espejo y veo un espectro asilvestrado de la señorita que soy cuando atiendo a horarios. Soy Fanny Pelo Paja. Una salvaje que lleva demasiadas noches enganchada a una serie y no ssabe qué será de ella cuando el sentido común se imponga y apague la luz a la hora de las completas. En el capítulo de anoche un hombre en el corredor de la muerte esperaba ser ejecutado y me sorprendí con lágrimas a cámara lenta. Cuando me lo cuenta el Telediario no me afecta tanto. Siempre pienso cómo es posible que la presunta primera potencia mate gente a sangre fría y venda armas a destajo sin que se desencadene un cataclismo social. Siempre pienso que cuando las chukis me pregunten no sabré muy bien cómo explicarlo.

3.Rod Steward, mi viejo amigo, es uno de los mejores cantantes de versiones que ha dado la música. Saber usurpar un tema ajeno y convertirlo en un hit no es menospreciable en absoluto. A veces la versión supera al original. También les pasa a algunos cuadros y a algunas personas. Quiero decir que llegar el primero no es más que eso. Su disco de éxitos (ajenos) nos acompaña estos días. Ya he conseguido que mi hija mayor se haga fan pese a que todo lo mío lo encuentra old fashioned (menos mi ropa y mis mejores zapatos, menuda desgracia)

4.Mi teléfono se ha quedado sin gigas. El ADSL portátil de mi ordenador, ídem. De ahí que este post salga sin imágenes, porque descargarlas es un delirio y hoy no debo desperdiciar un instante. Mi amiga D. siempre me recuerda que la vida son “momentitos” mientras vigila mis dientes y se asegura de que me río, de que no he parado de hacerlo. El otro día hablamos largo por teléfono y volví a experimentar ese incandescente calor de que te cuiden. Hoy haremos comida resumen para que la nevera tirite y deje de quejarse con esos ruidos extraños. Cuando la tecnología en bloque falla te está enviando una señal. Debes atenderla.

5.”Y quizá fue mucho mejor así; eso lo digo yo ahora, ya que durante un tiempo me arrepentí amargamente. Por encima de todo me arrepentí de que mi desconocido estado balbuceante y parlanchín me hubiera contenido de decir lo que tenía en la punta de la lengua, lo que nunca había dicho, aunque era algo que los dos sabíamos bien sin necesidad de que yo lo dijera en voz alta en la calle, y era, por supuesto, “te quiero”. Pg. 526. La despedida de Tom Sawyer y Huck en versión Tartt. Irreprochable.