“Hay que matar a Angela Merkel”. Eso sentencia mi amiga A., mientras se lleva a la boca un buñuelo de morcilla. El pesimismo dominante produce extrañas reacciones. Una cena puede convertirse en una conspiración, porque las palabras son gratis y los ánimos andan en bancarrota, dispuestos a empuñar un fusil -como Johnny- y  liarse a tiros dialécticos contra el mundo entre el vino de Toro y la tarta de tiramisú.

Heidi y Pedro,¿sólo amigos?

Mis amigos son una muestra relevante del estado de las cosas. Ayer, en un brunch, -ese invento british que consiste en que te mueres de hambre a las nueve de la mañana, te pones hasta las trancas a las doce y vuelves a tener hambre a las cinco de la tarde– comentábamos el caso de una de ellas,  que trabaja en un taller rodeada de hombretones. Un compañero, latinoamericano, de unos cincuenta, le está tirando los tejos y anda trastornada. “Se llama Carlos Eugenio y es bajito y feo…Ya me ha invitado dos veces a comer”, decía ella muy airada. “Jamía, no te ofendas tanto, que no te ha metido mano”…, respondí. “No, no, si el hombre es muy ceremonioso y educado” reconoció. Y ahí entró C., la tercera en discordia: “Eso, seguro que es de esos que te meten mano, pero de usted”.

A mi amiga la del taller hubo que explicarle que los piropos son gloria bendita. Ella, felizmente casada desde hace una eternidad, no quiere pretendientes que le sobresalten a la hora del bocadillo. A otra un amigo, V, la llama bonita desde ultramar y le hace versos en prosa a su “cuello aristocrático”. La tercera confiesa que su amigo se refirió la otra noche a ella como “mi querida futura mujer de mi vida”, no sin antes preguntarle, descarado y trotón, si llevaba la lencería roja o negra (¿la ruleta de la seducción?).

Los ánimos están desatados. Los amigos también. Como en la guerra, son tiempos de desinhibición y cortejo. Mañana dios dirá. Los efectos colaterales del pesimismo se tejen entre el pudor exacerbado y la pasión. El hombre/mujer de tu vida es un concepto a revisar, porque la vida ya no se asienta sobre un plano móvil, sino sobre un panta rei de Heráclito, válgame la pedantería. Hoy estás aquí, tienes un trabajo y un amor inestablemente estable. Mañana todo se ha volatilizado y andas como los de Walking Dead, pero sobre un campo de minas lleno de recesión, recortes y despidos despiadados. Pero entre paso y paso alguien te besa.

Y la culpa la tienen los mercados, los especuladores y… Angela Merkel. Y hay que deshacerse de ella. Un golpe limpio y certero a sus discursos de Srta. Rottenmeier, la estirada institutriz de los niños que vimos “Heidi” y entendimos lo traumático que es vivir sin piropos. Y lo importante de cultivar a esos amigos que te recomiendan buenos libros y te dicen que “de las chicas que he conocido, tú no tienes competencia. Bona nit”.

Bona nit. Y que la Merkel sepa que la recesión mundial nos vuelve promiscuos y desatados. ¿qué pensará de esto su partido, tan contenido, tan demócratacristiano?