“Me digo a mí misma que no sé nada del amor para poder recuperarme. Me estoy recuperando de una fantasía que proyecté en el cuerpo de un joven. Me regalaba música, lengua y dedos y una cara que gemía enterrada en mi coño. Nunca me voy a recuperar de haber estado tan viva”.

Despierto (del todo) con cada párrafo de Melissa Broder. Ya lo advertí: “So sad today” sería el pico (teo) literario de un fin de semana con pocas horas seguidas para nada. Sin indagar, diría que Melissa es un lanzallamas o un vendaval de pimienta que inyecta y ciega tus ojos. Una chorrada, desde luego, los tengo bien abiertos mientras avanzo sin orden, con los mismos saltos que su histeria descarnada con un fondo muy poético donde no faltan deyecciones, felaciones y atracones (de todo).

El capítulo del que extraigo la cita se titula “Ama como si intentaras llenar un agujero espiritual insaciable con otra persona que se va a asfixiar dentro de él”. Me da la risa, me oscurece, me recuerda de pronto a “El Principito”. A ratos Melissa produce arcadas; a ratos sensación de habitar en un planeta que nunca has pisado por miedo, por asco, por huir de la tentación de todos los extremos. Es como comerse los huevos duros de El Indomable pero con chocolatinas hiperazucaradas y pasadas de fecha mezcladas con amoniaco.Se me ocurre.

Y en medio miro muebles de diseño, imagino un espacio que será y lo pinto de colores. Hace sol, como en Internet. Según Melissa Broder: “Hoy he despertado a las tres de la madrugada y me he conectado a Internet. Ahora son las seis de la mañana. Llevo haciendo lo mismo toda la semana, salvo el lunes, que no llegué a acostarme. Creo que Internet sustituye al sol”.

Aún así, mi espalda siente el sol que aún no ha salido. Sobre la otra mesa, un enjambre de revistas AD marcadas, la excitación de anoche y los especiales colecciones de Vogue y etcétera. La Primavera está aquí, otra vez, y Melissa la ha traído con sus dardos poderosos, esa fibra de amor y dolor hecha palabra:

Balancín de los Eames

“Son los amigos solteros los que hacen que permanezcamos casados. Nos recuerdan que estar soltero es triste. Tener citas es triste. Ligar por Internet es triste. Ir de vacaciones y a las bodas solo es triste. El matrimonio también es triste.
Pero el amor, la lujuria, el enamoramiento…durante unos instantes no me sentí triste”.

Me divierte pensar que pensaría un autor de otro que simultaneo. Qué se dirían si estuvieran cara a cara. Stefan Zweig y Melissa Broder, verbigracia. Hay una butaca de los Eames que me subyuga, me gustan los verdes plomo y los azules Marruecos. En un rato desayuno con mis amigas en el salón de L. , un desalmado que le rompió a una el corazón, de tan siniestras intenciones. En realidad no es un salón, es un barrio donde a veces te lo cruzas con su sombra funeral.

Es un domingo de cielo gris que no te importa.