Una de las peores consecuencias de la crisis es el cortoplacismo.

Nadie hace planes mucho más allá del aquí y el ahora. Y el mañana es un trampantojo que se contempla como lo que sugiere su etimología: una trampa burda, un espejismo para tontos.

Somos el instante, y sobrevivir al minutero una vuelta más es nuestro afán. Suena mezquino. Es mezquino. Elimina la épica, la ensoñación, el romanticismo. El compromiso.

Pero a todos nos adviertieron de los peligros del cortoplacismo. La miopía de enredarse en las raíces anormes y nudosas de un árbol por no haber levantado la cabeza para examinar el bosque. Así, los políticos toman sus decisiones como quien aplica un torniquete a la hemorragia. Sabedores de que pueden estar condenando a un país a la gangrena.

Pero ya se las arreglarán los que vendrán…

Presente continuo. Y sin futuro en perspectiva se entiende que se haya estrangulado el I+D. Un exotismo prescindible. Que investiguen otros. Los que se levantan de la cama y aún vean salir el sol a lo lejos.

Thelma&Louise

Ayer me sorprendí en un ataque súbito de cortoplacismo. El inicio de la infección. Mis amigas de la universidad y yo cancelamos un viaje previsto desde hace un año. Había sido complicado cruzar las agendas vitales de seis mujeres ocupadas pero al fin ya lo teníamos. Como Thelmas y Louises viajaríamos en el ranchera de una, con un menú musical por decidir y esa excitación de cuando éramos estudiantes y el mañana se antojaba nuestro mejor presente.

Entonces dos de nosotras sufrimos contratiempos y la aventura se vino abajo gracias a la solidaridad del resto del grupo: “No pasa nada, chicas, volveremos a intentarlo. O vamos todas, o ninguna“. Y lo siguiente fue una propuesta de fechas para el mes de ¡septiembre!. Me sorprendí agobiada, incapaz de recoger un guante tan lejano. ¿Y si ocurriera algo en el camino? Propuse amarrar un fin de semana no más allá del mes de julio. Lancé un órdago cortoplacista como él solo. Mis amigas se quedaron perplejas.

El cortoplacismo está en los manuales de medicina, pero debe llamarse de otro modo. Consiste en que el frío se cuela hasta el tuétano de los huesos y una reacción química extraña los va vaciando. El enfermo nota que cuando se levanta no tiene fuerzas para caminar, y cada paso termina siendo un triunfo que anota en su diario.

El cortoplacismo te convierte en superviviente, jamás en héroe. Con él no te entregas a una relación si no hay certezas de su éxito, no pintas un mural de dos por dos sino que tejes un petit point en miniatura. No guardas en la hucha. Eres la cigarra en la fábula de la hormiga. El cerdito de la casa de paja que se merienda el lobo nada más empezar el cuento. No llenas la despensa. No redecoras tu casa. Ni tu vida.

El cortoplacismo se parece a una inmolación.

Eres, te has convertido, en un salvaje que espera con la piedra en la mano por si lo atacan. Y no se permite el baile de la tribu ni la ofrenda a los dioses. Ejecución, acción.

El nuevo I+D, ahora que lo pienso significa Inseguridad+Desolación.

Así que hoy me propongo hacer planes como antídoto a las tendencias del mercado y de la vida. No pienso dejarme arrastrar por la corriente. El único tapón contra la herrorragia de la desesperanza que conozco -aparte del milagro- se llama proyecto.

Proyectemos pues.