Mi querida Big-Bang:

Me caes fatal. Tú también, sí. Y te lo voy a decir porque me estoy leyendo un manual de autoayuda titulado: “Sin pelos en la lengua: dígaselo y salga corriendo”, que encuentro de lo más revelador. Creo que la corrección política está muy sobrevalorada, como el tinto de verano en verano o el buen-rollismo de Lorenzo Milá. Una ni bebe vino malo disimulado con burbujas ni eran fan del Telediario de la 2.

Ojo, que tampoco he leído a Larsson, lo que me descalifica para esas apasionantes sobremesas donde si no aportas algo sobre la trilogía Milenium no eres nadie. Yo, del insondable mundo sueco sólo soy fiel a ABBA, a la princesa Victoria porque va a casarse con un musculitos tonto de gimnasio y a los taburetes de IKEA. Vale, sí, intenté tragarme la película “Los hombres que no amaban a las mujeres”, pero mi amiga Alicia y yo salimos espantadas a la segunda violación, porque para desaprensivos ya tenemos a los del mundo real. Claro que fue salir del cine y zamparnos una lata de berberechos con Ribeiro fresquito que nos puso en órbita y predispuestas a la aventura, siempre que no fuera con un sueco.

Tampoco soporto los “Doce días, doce causas” de Telecinco, y en general las buenas intenciones que se anuncian en los cortes publicitarios. Tú estás, verbigracia, viendo un capítulo de House y es como un chute de retorcimiento mental refinado. Quieres ser mala e ingeniosa. Incluso coja. Y entonces van y te sacan un anuncio de ésos para ponerte blando el corazón. Para hacerte un poco Lorenzo Milá, para entendernos. Y eso es como un electroshock.

¿Que de dónde me sale tanta bilis? De mi alma ponzoñosa, claro. Y de la fascinación por el lado oscuro. ¡¡¡Odio, odio, odio a Peter Pan!!! Odio el Telecupón. Odio los lugares comunes, e incluso algunos no comunes. Odio las carreteras mal señalizadas y los mapas de carreteras que no entiendo. Odio a los vegetarianos, incluso a los ovolácteovegetarianos. Odio los menús de bodas y comuniones, las bragas con lycra, los tacones de plexiglás. Odio las tertulias y a los tertulianos, a las mujeres (y hombres) que no se despeinan ni debajo de las sábanas, la Semana Fantástica que dura 15 días, a los políticos en vacaciones, las fiestas con causa e incluso las buenas causas.

Y ahora que me he desahogado parcialmente, voy a ver si termino mi libro. El capítulo de hoy se titula: “Cortes de manga, modo de empleo”. Mañana te cuento…