Mi querida Big-Bang:

Cuando sea mayor quiero practicar la fina ironía subida a un flotador, con algo frío y on the rocks en un vaso de cristal de roca entre mis dedos y una balada de los Scorpions sonando a tope all around me. Esta es mi fantasía de hoy. Proyectarse es el mejor antídoto contra la melancolía, y ahora que la postmodernidad ha sido asesinada en Wall Street, tocan tiempos de re-vitalismo y sofisticación.

¿Cómo se te ha quedado el cuerpo?

Sí, de acuerdo que muy sofisticada nunca he sido, pero tú tampoco. Hay autores que nunca leeré, por más que me los recomienden los gurús de la cosa. Y accesorios que nunca serán mis complementos. Me va más la autodidactia. El chispazo, la intuición. Aunque me impida construir teorías bien argumentadas, bien vale para los chascarrillos existenciales pret a porter. Esos que, como las piezas del Exin castillos de la infancia, bien te daban para un par de almenas y una entrada digna. Superficial, pero aparente.

¿Es malo ser superficial?, me pregunto. ¿Un intenso es un ser profundo, a cambio? No necesariamente. Un intenso es un tostón disfrazado de filósofo. Y sin embargo admiro a esos seres aparentemente ligeros que cuando se van dejan un perfume único y consistente tras de sí. La ligereza es pasto del menosprecio y no entiendo por qué. Si fuera más pedante se me ocurrirían para rellenar este hueco argumental tres ejemplos de edificios geniales construidos a partir de cuatro trazos ligeros en el aire. Y una sinfonía sutil y equilibrada. Pero he optado por la religión de la ligereza y, aunque me cueste, pienso ser fiel a todos sus preceptos, a saber:

1. Amarás la simplicidad sobre todas las cosas. Siempre y cuando esconda una sorpresa dentro que incluso tú seas capaz de percibir.

2.Huirás de los intensos como de la peste bubónica. Es fácil, en cuanto huelan tu simplicidad, saldrán pitando como cucarachas al encender la luz de madrugada. Se los reconoce porque emplean mucho rato en decir nada, con muchos adverbios, muchos adjetivos, demasiados gerundios y centenares de cacofonías.

3.Evitarás dar lecciones de sabiduría a troche y moche. Deja caer de cuando en cuando una sentencia corta sobre el tema de debate justo antes de llevarte la brocheta de fresas con piña a la boca.

5.Te juntarás con gente que ríe. Es fácil detectarlos, porque suelen enseñar los dientes. Si además lo hacen a carcajadas, aún mejor. Ojo con los amargators, que lo suyo es altamente contagioso. Y suelen tener ramalazos de intensidad súbita.

Estos mandamientos se resumen en uno y principal: practica la fina ironía subido a algo que se mueva, por aquello de cambiar el punto de vista de las cosas. Y salta ya de la cama, que hace sol y los intensos nos van a sacar mucha ventaja…