Choque de agujeros negros

“Si caes en un agujero negro es posible que sobrevivas”

Los científicos siempre me proporcionan dosis alternativas de hipotensión, excitación hormonal y euforia. Los que caemos en agujeros negros a diario sabemos que se sobrevive -aturdido, magullado, en shock- siempre que consigas recuperar el equilibrio y te abrigues convenientemente la lengua y sus exabruptos (con abluciones matutinas de sosa caústica, si procediere). Al parecer, Albert Einstein tenía razón cuando predijo sobre las ondas gravitacionales en 1916, y aunque desde entonces toda la comunidad sesuda ha estado aguzando el oído para detectarlas, el esfuerzo había sido inútil.

Hasta ayer: “Mi rumor sobre LIGO ha
sido confirmado por fuentes independientes”.
El físico teórico Lawrence Krauss, de la Universidad Estatal de
Arizona, anunció con esta frase tan cristalina y pomposa  que las ondas gravitacionales habrían sido captadas por
primera vez por el experimento LIGO, en EE UU. Y cuando un físico teórico se expresa así, “ligo” pasa de ser un un simple arte de seducción -el de los besos y caricias, tu pupila en mi pupila azul, primera persona del singular, presente de indicativo– a detector de ondas fugitivas -lo que es ligar, pero a nivel cósmico, a tope-.  Pura consupiscencia.

Últimamente mi vida gravita entre la Astronomía y la Astrología. Anoche S.P me daba una lección magistral sobre las supernovas:”Son estrellas que, incapaces de soportar su propia masa, colapsan y explotan”. Unas páginas más allá, se lamentaba de la incultura científica de los intelectuales de letras: “Tal vez sepan algo de la polémica Sartre-Camus, pero lo ignoran todo de la polémica Frege-Hilbert, por no hablar del desacuerdo  entre Einstein y Bohr, etcétera”.

A los de letras nos dan esa repasada teórica y murmuramos touché, contritos y acomplejados. Sabedores de que es un milagro haber llegado hasta aquí sin conocer de la existencia de Frege y de Hilbert. Sobre todo si la humillación proviene de un ingeniero de caminos, como es S.P. Otro ingeniero del ramo me dijo una vez que cuando los camineros mueren en sus lápidas no reza “Gran padre, mejor esposo” o “Como vivió, murió, tan silencioso”, sino Jacinto Perdices, Ingeniero de Caminos. Y alimentar una posteridad tan prosaica me parece la versión epitáfica de una ecuación endemoniada.

Los de letras, por el contrario, fantaseamos con la tumba y su mensaje. J., con quien comparto afición a los cementerios y al cocido, entre otras veleidades variopintas que unen lo suyo, me cuenta que ya tiene decidido su epitafio, y yo sospecho que el mío debería ser: “Murió devorada por sus propios agujeros. Guarros, no va por ahí la cosa”. Ambos compartimos ignorancia astronómica y en lugar de debatir sobre nuestras respectivas experiencias LIGO (sea esto lo que sea), confidenciamos sobre cartas astrales y ascendientes planetarios:

“Si me das tiempo y confianza, me ofrezco como bruja macho para redactar tu carta astral en riguroso estudio de confluencia de los astros en relación a tu persona. Como únicos datos, solo necesitaría saber tu peso de recién nacida y
tamaño aproximado en centímetros del dedo gordo de tu pie derecho”.

Mientras llega y no llega esa carta, que espero ansiosa, sigo fiel a  Susan Miller, mi gurú, que me solivianta con sus predicciones de enero: “Dear Aries: You have
to get through the coming seven weeks, while your ruler, Mars, now in
your eighth house of credit, loans, insurance, venture capital, and so
forth, will be forcing up balances on your credit card or bank loans,
from January 3 to March 5, 2016”. 

Cementerio San Juan de Puerto Rico

O sea, que voy a colapsar entre agujeros negros si le sigo dando alegría a mi mi credit card. Así que pies quietos. A recluirse en casa sin llamar a las puertas de Amazon y a enterarme de una vez de quién demonios son  Frege y de Hilbert, ¿los Hernández y Fernández de la Física?

PD: Eso sí, mi pareja favorita se llaman Roy Batty y Deckard. Y no se me ocurre nada más poético que Blade Runner, a nivel espacial:  “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo… como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. Gran epitafio.