Cementerio de San Juan (Puerto Rico)

1.“La condición humana tiene una característica propia, que es la maldad. Hay gente mala, con mal fondo, sin remordimientos. Y es así, aunque cueste aceptarlo“. Las palabras del psicólogo a la pregunta de cómo Rosario Porto y Alfonso Basterra  pudieron matar a su hija Asunta sobrecogen por frías y desnudas de ornamentación dramática. No busquemos enfermedad ni un diagnóstico de nombre siniestro para justificar eso que nos cuestiona como especie animal. Somos capaces de lo peor, por si no lo sabíamos. Estupor y vergüenza.

2.”Cuando uno lee a Joyce, el Ulises, tiene la sensación de estar viendo la frase hacerse“. Anoche Muñoz Molina en el programa Imprescindibles de la 2 dio un recital de humildad y escritura gratis total. No hay que abusar de detalles en las descripciones, dejemos que el lector imagine a partir de dos toques sugeridos, apunté como una alumna ansiosa de conocer los resortes secretos de la prosa.”Uno de los problemas de la escritura no es lo que escribes, sino lo que no tienes que escribir”. Y yo asentía de pensamiento y él componía esa mueca de Macario tímido, modesto y desprovisto de rabia. Y entendí que las mejores citas de amor a veces no se tocan. Y me fui a la cama tan contenta.

Muñoz Molina en Imprescindibles RTVE

3.”Se llevaba mal con su padre. Muerto se lleva ya mejor”. Lo dijo P. el otro día y me dio la risa, pero la frase merece un tiento. A veces hace falta que te maten para que te toleren. La muerte puede ser un sucedaneo del perdón que no hubo. El hombre que prepara el memorial de su progenitor debe organizar su duelo córpore in sepulto y ver dónde coloca su ira, su rencor. Hoy es día de difuntos. Los muertos se acumulan y hay que pensarlos. No creo en la otra vida, ni en la reencarnación. Me conformo con que la muerte no duela y con pervivir en el amor de quienes me aman, en la indulgencia de quienes me leen. (Anoto:”Visitar el Panteón de hombres ilustres“, consejo de J. Y que olvidé contarle que tengo tres cementerios favoritos: El de Pendueles, Asturias, el de San Juan de Puerto Rico, desmayado de mar, y el que cobija los restos de mi abuela, cerca de la montaña pineraica, al que nunca volví y sin embargo…)

4.¿Qué haces?, le pregunto a Minichuki (en adelante, mi ado) al sorprenderla tumbada en la cama fuera de horas. “Esperar a que pase la vida“, me soltó, y volvió a sumergirse en su música. Esos trece años le dan para sentencias muy existencialistas, que siempre me divierten y me inquietan. ¿Qué quieres decir con eso? (quitándole los auriculares, ella torciendo el gesto). “No sé, se me ha ocurrido…”.

Aún no te he leído, lo confieso

5.”Todo comienzo es inesperado“, escribe Pessoa en “El libro del desasosiego“. Yo diría que lo inesperado a menudo es el final. No hay mejor expresión del vitalismo que vivir sin dar la espalda a la muerte, esa cultura nuestra que la evita, la adorna con eufemismos, compone algunas muecas en su honor y luego  se lanza desaforada al camposanto a sembrar de tóxicas flores de plástico las tumbas de esos que ya no son ni están. Puro desasosiego.

PD.(Sugiero hacer la lista de nuestros muertos que aún respiran. Esos que enterramos para que no incordien ni nos duelan. Urdamos un responso necesario. Traguemos la pastilla del olvido. Bailemos en las tumbas a riesgo de que nos detengan por profanar el aire, pegajoso.  “Es un ritual de vida, señoría”. Respiremos.