Mi querida Big-Bang:

El día menos pensado cometo un asesinato en primer grado con Mr.Rubidio. Tener a la censura pegada a mis talones está haciendo que me salten los plomos a casa paso. Sí, me juzga, matiza lo que digo, me pide explicaciones del making off y encima pretende que yo sola me fustigue, en aplicación de no sé qué rama chunga de la pedagogía moderna. Después, como el que no quiere la cosa, se acerca ronroneando para que le haga caricias por el lomo en reconocimiento de sus esfuerzos por meterme en vereda. No te jode. (Sí, ya sé que las Elisas en proceso de pigmalionización no deberíamos sacar la furia vulgaris a pasear, pero estoy hasta el moño de pronunciar vocalizando “the rain in Spain remains in the plain” cuando en realidad lo que me pide el cuerpo es un esplendoroso “mueve tu cochino culo”).

“Juzgar y se os juzgará”, imagino que estarás diciendo con esa expresión aséptica de psicota de serie B. Tienes razón, pero a mí lo de la judicatura me viene de serie genética. Es como haber nacido del cruce de un vigilante de Manthaussen con un picoleto valenciano, verbigracia. Y en mi pecado tengo mi penitencia. Rubidio, sin embargo, ha desarrollado lo suyo con vocación y sin talento. Por puro vicio. A falta de objetivos en la vida y aunque es abúlico y pobre de espíritu, el tronco se entretiene vigilando mis movimientos con nocturnidad y ciertas gotas de sadismo. Luego vienen los reproches y los desmanes. No sabe que a mí me castigas y me sale una vena de rebelde con causa que ríete del lánguido aquel que tiraba piedras contra la fachada.

Por concretar, que corre el contador, mi censor asegura que soy una irreverente, una picaflor, una provocadora tardoreflexiva, una advenediza y una hortera de bolera. Así, del tirón. Y que encima le doy a las drogas duras que me dejan ataráxica perdida y sin más orientación vital que la desorientación total. Sí, muy bien, ¿y qué? Creo que hay taras mucho peores all over the world. ¿Qué te diga cuáles? Tener a Armani como diseñador fetén, leer a escritores suecos de nueva hornada por fardar, provocar a las masas con dilemas exhibicionistas del tipo “¿chistorra o nouvelle cuisine?”, llevar triquini si pesas más de 50 kilos, escuchar a Bumbury o pintarte sólo las uñas que asoman por la sandalia. Párame cuando te des por satisfecha, mona.

Como es viernes y tengo barra libre para el desmán y la furia, voy a esmerarme en dar un recital de incorrección política tal que fijo que salgo en España Directo. Avisa a Mr Rubidio de que hoy no debería salir a riesgo de que el eclipse le achicharre la calva, y retírate a tus cuarteles de invierno, no sea que te caiga algo de rondón y la liemos parda. Toca desmán porque sí. Y ya mañana, si eso, practicamos la correcta dicción de cada palabrota para que el tipejillo ése me deje tranquila de una —- vez.