Mi querida Big-Bang:

Ya lo decía la Biblia: “Más vale casarse que abrasarse”. Y nos hemos pasado siglos sin caer en la cuenta de la naturaleza del consejo envenenado de San Pablo. No es que el matrimonio sea un chollo; es que la alternativa es arder en el fuego eterno. Susto o muerte.

En el camino y para atemperar el susto a las mujeres nos vistieron de Sissi emperatriz, esa pobre anoréxica que tenía una suegra chunga y un marido inconsistente, y nos tuvieron entretenidísimas preparando el banquete, la lista de bodas, la vajilla con bajo platos, el vals, el tul ilusión, las amigas vestidas a conjunto y las pruebas de peluquería. Así, con tanto trasiego no sientes el calorcillo de las llamas del infierno (opción B), y dicho el sí quiero San Pablo, desde el más allá, añadía una muesca más a su cabecero de triunfos.

Ayer William Windsor y Kate Middleton perpetraron su bodorrio. Bien pomposo, como sólo el british estándar garantiza. Millones de niñas incautas se quedaron convencidas de que hay que casarse, a ser posible antes de que el novio luzca una calva estilo tonsura monástica medieval. El espectáculo estético de la ceremonia es abrumador. Como un montaje de ópera en las termas de Caracalla. Y letal. Impide que se rompa el hechizo falaz, al presentar la boda como un fin en sí mismo. El equivalente a que el París Dakar fuera la foto de salida del primer día; ese en el que pilotos y vehículos se exhiben relucientes para la foto de familia. Cuando por el camino acumularán polvo, se encallarán en dunas, se lavarán lo justito y hasta puede que se los coman los buitres carroñeros.

Dirás que es envidia tiñosa porque a mí no me pretende un príncipe. Cierto. Tampoco tengo un suegro resentido que lleva décadas esperando que a su madre se le olvide respirar para hacerse un Iznagud el infame (“quiero ser califa en lugar del califa”). Ni una suegra rabiosa porque a ella casarse le costó lo suyo. La primera esposa -más joven, más maciza y más cool- tuvo que matarse en el Puente del Alma de París para que la aspirante, tras un luto interminable, pudiera llevarse el gato al agua. Un gato bien calvo, bien resabiado, bastante cínico y sin futuro inmediato más allá de hacer las conservas de mermelada ecológica y dar por saco a los arquitectos estrella -Chipperfield included-por no hacer edificios del siglo XVIII. ¡Cómo se atreven!

Querida Kate, no sabes dónde te has metido. Disfruta del video de la boda y no cojas el teléfono a aquel novio de la infancia. La maldición del matrimonio de tres está muy presente en la estirpe de tu príncipe y la pobre Lady Di es un fantasma en pena que lo mismo se te aparece por el torreón de palacio. Si tenías aspiraciones profesionales, mira para otro lado. Dedícate a inaugurar asilos, hazte fotos con víctimas del tsunami y cultiva la amistad con algún cantante pop preferiblemente gay.

Y descuida, que entenderemos que, en un ataque de melancolía, suspires por no haber elegido las llamas como plan de vida. San Pablo es el mejor vendedor de motos de la historia.

P.D. Otra posible banda sonora del bodorrio: http://youtu.be/KOk5DDQD8rA