Mi querida Big-Bang;
Ahora que sé que Bush consultó la legalidad de la asfixia simulada como método de tortura, me quedo mucho más tranquila. “Me lo dijeron los abogados, yo no soy abogado”, tuvo el cuajo de decirle al periodista que lo entrevistaba al otro lado de la mesa, en una secuencia que bien podía haberse rodado en el cuarto de detenidos de una comisaría. El policía preguntón le miraba con fijeza y cierto menosprecio, y el ex presidente compuso algunas muecas de miedo en sus respuestas,como un niño pillado en un renuncio. Le faltó sacar la frasca y echarse un trago. 
Solía pensar que la legalidad era un territorio aburrido, pero acabo de cambiar de idea. Si admite la tortura, digo yo que buenamente podría dar cabida a unos gramos de pederastia eclesial, que total ya dijo Cristo lo de “dejar que los niños se acerquen a mí”. Y es posible que se pueda conducir más rápido y traficar, aunque sea sólo con las influencias. También importar drogas de diseño  o maltratar a las putas en los bares de carretera.
Mola saber que el presidente del llamado país más poderoso del mundo ha consultado a un equipo legal antes de apretar el botón rojo. Y a juzgar por las colas de norteamericanos formadas para que el tipo les firmase el libro sobre sus catorce grandes decisiones, debe contar con cierta aquiescencia social.  Todos hemos querido ser James Bond y tener licencia para matar, y ese hombre con modales toscos pudo cumplir el sueño. Y publicarlo urbi et orbe con una tirada inicial de millón y medio de ejemplares.
Comprenderás que he necesitado una pastillaca extra para conciliar el sueño hoy. Me aterra que haya tipos bien perfumados por ahí con poder para cambiar las normas de la lesa humanidad y después fumarse un puro con las piernas sobre la mesa. Creo que a ese vaquero deberían detenerlo con carácter retroactivo. Los tontos, a la postre, suelen resultar peligrosos.
Anoto en mi libretilla; buscar urgentemente un abogado para darle cobertura legal y hasta moral a mis acciones más chungas. Ahora sí que voy a dormir tranquila.