El conde Otto advirtió el peligro, porque inmediatamente le vinieron a la mente media docena de caballeros que habían terminado casándose con chicas americanas. Le parecía, a su vez, estar en riesgo permanente de contraer matrimonio con aquella joven americana. Era una amenaza ante la cual uno no podía jamás bajar la guardia, como sucedía con el ferrocarril, con el telégrafo, con el descubrimiento de la dinamita, con el rifle Chassepot, con el espíritu socialista…”. Pandora. Henry James. Editorial Impedimenta.

Elegí este librito como compañero de cama porque era extraño, porque no se titulaba “Bostonianas” ni “La Copa dorada”, porque la portada me atraía con esa mujer de expresión temerosa y con una carta en la mano…Porque tenía 124 páginas y de repente sólo quiero compromisos de corto alcance. Saber que digo sí quiero a una cena que empezará a las 21h y acabará a las 23h sin que nadie me sienta grosera porque me levanto O´clock.  No pienso casarme con una trama, por bella, intrigante y esbelta que se ofrezca a mis ojos. No quiero ruidos en la funda de mi almohada ni cerrar los ojos con esa ansiedad de no haber avanzado unas líneas más, como tampoco quiero salir de noche, meterme en una clase grupal en el gimnasio o apuntarme a una excursión en autobús donde pueda marearme.

O sea, que Henry James es la antítesis de esa monitora del gimnasio de ofensiva fibra corporal que me mira en el vestuario y me anima a participar en algo siniestro llamado body pump, con gesto de “esta clase te va a proyectar al universo de las tías buenas como yo misma”, mientras yo le devuelvo la mirada como lo haría el conde Otto. Circunspecta y poco amigable. Porque la siento una amenaza como los tacones de aguja por Segovia o un saco de dulcérrimas nubes rosas. Porque detesto la música del gimnasio, machacona y metálica. Y los tíos de gimnasio que se miran al espejo con esa satisfacción íntima embutida en camiseta de tirantes. (Jamás, jamás, jamás, me fijaría en un ejemplar típico de gimnasio, odio las camisetas de churrero y cuando se lo digo a U. siempre me responde que él se pasaría la clase arrodillado…porque es falócrata. ¿Existe el falo-pump como disciplina física? ¿Es una amenaza a lo Henry James?

Desde que me he vuelto asocial selectiva sólo digo que sí a planes de corto alcance, el equivalente asexual al polvo rápido. Hablo poco, leo mucho y corro lo justo para sentir que saco al cuerpo de ese letargo otoñal que augura rayos y centellas. Quiero historias que no superen las 100 páginas, películas con no menos de tres críticas favorables, tiempos muertos, menús exprés a mediodía y que un duende diligente arregle la rueda de mi bici. Quiero un poco de siglo XIX, un paseo con sombrilla por la cubierta de un barco que abandona el puerto de Southampton rumbo a EEUU, con un conde alemán que lee en una hamaca decidido a no casarse ni dejarse seducir por la mujer que le ronda y tiene más peligro que un rifle, que el espíritu socialista…

P.D. Las descripciones de personaje y paisaje de Henry James son magistrales.  Y ese humor elegante, la antítesis de la literatura de gimnasio.