1.No hay nada más democrático que la Luna. Sale para todos, sin excepciones. Anoche, en un paseo marítimo del Sur, una anciana magrebí exhibía frente a mí sus pies hinchados mientras besaba y acariciaba a su nieto entre risas desdentadas. Sus chanclas pobres, a menos de un metro de las de mi hija, que se había lanzado a la arena de la playa con su primer helado de Pitufo, de un azul brillante y sospechoso, para celebrar el primer capricho oficial de una larga lista que vendrá. Con permiso de la Luna, poderosa, he dado vacaciones a la madre que dice demasiados nóes durante el año.

2. Los científicos celebran que se haya podido alargar un 65% la vida de los ratones de laboratorio. Tal vez mañana los humanos vivamos ¡135 años! No le veo la gracia. De pronto me acuerdo de una frase del Dalai Lama que me envió un alto ejecutivo español hace unos días: “Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierde la salud para ganar el dinero, después pierde el dinero para recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro no disfruta el presente, por lo que no vive ni el presente ni el futuro. Y vive como si no tuviese que morir nunca, y mueren como si nunca hubieran vivido”. Yo lo diría de otro modo: “Es-pe-luz-nan-te”.

3.La portada de New York Times Magazine me sacude como un puño: 35 mujeres acusan a Bill Cosby de abusos sexuales, que incluyen haberlas drogado y violado. Es como si pillaran a Miliki torturando niños de cuatro años. La persona tapada por el personaje nada menos que cuatro décadas. Cuidado con la ficción, que nos confunde.

4.Despierto y en la terraza hay dos chicos desconocidos de 18 años tapados con toallas. “Mamá, no han podido dormir en el coche y los he traído a casa” (wasap de mi hija, 5 am). Pienso que yo a su edad no me habría atrevido. Me tranquiliza que mi hija no tema hacerlo. Veremos la cara de su abuela cuando se levante… (Por cierto que para salir a la terraza han tenido que pasar por encima de mí, que emigré al suelo apabullada por el calor pegajoso e insistente. Ansia de Norte). El campamento hippye apunta maneras. ¿Adiós a mi carrera rutinaria?

5.Definitivamente Coetzee vence El Jilguero. Ayer se preguntaba qué es la verdad, si la que confesamos en el diván o la que se esconde bien parapetada detrás de nuestra palabrería, esa que evitamos como evitamos los guisantes en el arroz, dejándolos cuidadosamente al borde del plato para fingir que no los vemos. A veces las palabras son muros de humo. Las Arabellas están para pillar nuestras trampas y enseñarnos a hablar desde cero. Freud era un pelmazo pero algo aportó al estudio del subconsciente. Minichuki se ha pintado las uñas por primera vez en su vida. ¿Qué me querrá decir?

6.Conversaciones de sobrinos: -Mi abuela está mal. Un tema emocional. -¡Ah!, ¿que fuma?

7. Hay personas que son como persianas bajadas.  Huelen a cerrado. Debo afinar mi teoría sobre los objetos y gestos que nos definen. Dormir con las ventanas a cal y canto vs hacerlo con el viento helado en la cara en invierno (mi caso). Esa necesidad y ese placer amniótico de taparme hasta el cuello frente a la desidia sabanera de estos termómetros disparados que me impiden dormir. La Luna, tan súbita y altanera en este Sur tan Lorca, tal Alberti. Ansia de Norte, de bruma, de sidra con queso. 

8.Ahora que lo pienso, Bill Cosby es tan falso como el helado de pitufo.