Mi querida Big-Bang:

¿Qué clase de persona se molesta en afanar los cupones del Pronto en la consulta de su alergólogo? No creas que arrancándolos, sino con tijera, cuidadosamente. Como si se tratara de un escrupuloso coleccionista de bazofia en papel de escaso gramaje. Hay un millón de compradores de esa revista que mi abuela leía a escondidas y de ahí podríamos deducir que el triple la lee abiertamente -puede que más si incluimos peluquerías de machotes y gestorías de pueblo-. Así que son legión lo que se empapan de esas historias truculentas narradas en papel de tinta chunga; ese que te deja las manos negras, embadurnadas con la prueba del delito.

A mí del Pronto que le hurtaba a mi abuela me rechiflaba la sección “Me sucedió a mí”. Yernos que se beneficiaban a suegras, cuñadas que rompían con su perro para tirarse a su portero…transgresiones de un calibre mayestático narradas con una intensidad que te impedía despegarte del relato. Todas las bajas pasiones. Una noche, al fin, quiso el destino que me sentaran en una cena al lado del director de esta joya. Naturalmente, comencé por felicitarlo, pero enseguida dejé ver mis aviesas intenciones:

-Oiga, las historias de “Me sucedió a mí”, ¿son reales o se las inventan?
-Pues son un mix de varias reales que mezclamos en la redacción, para evitar demandas de terceros.
-O sea, ¿que la gente no tiene problema en confesar que se lo hace con su pitón?

No, al parecer no. La intimidad es una cosa que molesta. Como la virginidad pasados los 20, las venas varicosas o la caspa crónica. Lo que hacemos a escondidas mola más si alguien nos mira. Digamos que un voyeur. Y esto no se lo ha inventado los del Gran Hermano, sino la revista Pronto, cuyo director debería demandar a todas las cadenas de televisión que han hecho de su hallazgo la clave del éxito. Luego, los intelectuales y las rubias con mechas aireamos un argumento exaltado contra la basura como si la cosa no fuera con nosotros. Y aprovechamos la visita al alergólogo para leer con coartada. Y hasta recortar cupones concurso.

Ahora que sé que soy zafia y vulgar como la que más, voy a hacérmelo mirar. Prometo que hoy sólo leeré a Cavafis y comeré foie con castañas. Quiero altas pasiones en mi vida. Ser una heroína de esas que no se ensucian las manos. Pero lo mismo me quedo sin audiencia, y entonces te llamo para más sesiones de diván que permitan compatibilizar la megalomanía y el Pronto. Tenga usted un buen lunes.