Querida Big-Bang:

Me escribe mi amiga A. diciendo que estos días comparte habitación con una maciza de 28, alta y pelirroja, que tiene a todos los tíos del curso babeando a sus pies. Ella se insinúa a cada candidato por igual, pero no remata. O al menos tiene el detalle de no hacerlo en la habitación. Y digo yo que cuánta injusticia hay por ahí. La pelirroja esa chunga ¿no ha leído a Marx? ¿No se ha enterado de que la avaricia rompe el saco? ¿No imagina que el día que no le quede otra que decantarse por uno va a tener a los cien mil hijos de San Luis en celo, exigiendo su revolcón prorrateado?

En un ataque de furibunda solidaridad femenina le escribo a mi amiga: “Actúa ya contra ésa: escóndele el kit de maquillaje, ponle pica pica en el colchón, pínchale los condones…O algo”. Creo que esas tías son una plaga como la del topillo de Soria, que deja los prados llenos de agujeros, baldíos, de forma que la que llega detrás se tiene que conformar con material de derribo, hombres muy toreados que sólo babean si les inflas el ego hasta el infinito y más allá.

Yo de ego ando superbien. Para mantenerlo en su sitio hago lo que me dijiste: listas especificando mis cualidades más sobresalientes. Así, cuando me da bajón, desempolvo el papelillo y lo leo en voz alta, como declamando. Anoche mismo tuve un brote, y esto es lo que leí:

Cosas que prácticamente bordo:

1.Desorientarme al volante. Cada viaje suele tener unos 100 km más de lo que marca Google map, km arriba, km abajo. Si es a Boadilla, añádanse 30 al cómputo total.

2.Ponerme en avidencia. Me sale natural; tanto, que necesito que alguien me haga señas para corregir la evidencia. Pero como soy miope no lo pillo.

3.Mudarme a casas con muchas derramas. Es llegar yo y cambian el ascensor, pintan los patios o doblan el sueldo al portero.

4.Meter tripa en los probadores. Así que tengo una colección en el armario de prendas de la 36, sólo para chulearme, que cuando trato de enfundarme me provocan un semi infarto cerebral por falta de riego.

5.Matar pelirrojas. Esta sí es mi especialidad, querida A., así que si tú me dices ven, lo dejo todo. Ya tengo lista mi pistola de fumigar. Tú ve avisando a los moscones, no sea que se me vaya la mano y provoque un holocausto.