La Anunciación

Ser madre carece de todo sex-appeal.

No conozco ninguna madre, salvo Mónica Belluci, que haya conservado su vitola de tía buena calentorra después de haber tenido hijos. Así que el día de la madre debería ser dramático para cualquiera con dos dedos de frente. Algo de tu condición de mujer se difumina cuando te ponen el cartel de “mamá”. Algunas se lo toman tan en serio que empiezan a llamar a su pareja “papá”, como en el “Cuéntame”. Dramático, insisto.

La literatura popular tampoco ayuda. Quien acuñó ese lema  que dice “dar mucho, pedir poco” (un hombre, sospecho), no sabía lo que hacía. O sí. Si eres madre se te supone generosa sin límites. Yo, que no lo soy, me cuestiono cada media hora si resulto apta para educar chukinas respondonas. Sobre todo cuando me niego a ver películas infantiles por decreto ley. Dar mucho, bueno. Dar todo, ni de broma.

Regalo de Minichuki. “La pulsera es casera, mami”

Luego está el llamado “instinto maternal”. Eso que se da por sentado y que tiene mucho de construcción cultural y económica. No creo que muchas mujeres sientan un rapto, una llamada a embarazarse que no provenga del reloj biológico o del instinto sexual de una noche de verano. Mi cuñada la Enfermera del Amor solía preguntarme como veterana en el asunto cómo se manifiesta “el instinto ése”. Yo le decía: “de ninguna manera, chitina. Es como esperar que el espíritu te atraviese con un rayo como en el cuadro de Fray Angelico. Primero se tienen niños y después se desarrolla el instinto. El huevo es antes que la gallina.

Pero ser madre te garantiza momentos de gran intensidad amorosa. Sentimientos puros. Ayer Minichuki hizo la comunión y yo pasé toda la ceremonia mirándola con su primer vestido en muchos años (corto, desde luego), con su expresión de felicidad. Y me daban ganas de llorar.  A mi lado, mi adolescente. Tan guapa, tan relajada, había dejado sus tropas furibundas en la estantería de su cuarto, entre la plancha del pelo (esa gran aliada) y los libros del colegio. Adorable.

Lo más cierto una vez que tienes hijos es que has firmado un vínculo de eternidad. El único que existe. A un hijo se le ama mucho más que a un padre, y eso sí que es instinto natural. La supervivencia de la especie depende del amor en cascada. Algo de tu rol de hijo se apaga cuando se enciende el piloto del rol de padre.

Muchas veces digo que hubiera sido feliz sin hijos, y lo creo firmemente. Algunos se escandalizan. Mis Chukis no me hacen ser más, pero sí ser un poco mejor.

¡Feliz día de la madre!

 P.D. Olvidé decir que una madre es ese ser que en medio de una comida se levanta a llevar al niño al baño (los niños siempre piden eso cuando estás entre el primero y el segundo. Un asco).