Mi querida Big-Bang:

Mi amiga Marta del Riego acaba de publicar su primera novela: “Sólo los tontos creen en el amor”. Al principio la apoyé a muerte: “Vaya mierda de título, Martuki. Te lo van a comprar las marujas aburridas, las divorciadas renegadas y las adolescentes chungas categoría sin esperanzas. Eso, si se encuentran el libro a la entrada del Vips donde tengan previsto suicidarse con cianuro, claro”.

Con el paso de los meses debo reconocer que el título es absolutamente transgresor, pura dinamita y el reclamo perfecto para el total public: Si eres lista y escéptica, te lo compras; “ya lo decía yo”. Si estás enamorada, te la compras: “Le voy a demostrar a esta marisabidilla que su teoría hace aguas”. Y si ni lo uno ni lo otro, te lo compras:”Veamos qué dice la piba ésta sobre los misterios de Fátima”.

Pero hay más. Si eres hombre, te lo compras: “Esta tía está tan buena que da igual lo que escriba” (mirando hipnótico la foto de la contracubierta). Si eres de Castilla y León, te la compras: “¡Anda, pero si la currina es de La Bañeza!”. Si eres su padre y sus hermanos, te compras diez:”Vamos a fardar de la niña, que tantas satisfaciones nos da”. Y si eres su amiga y encima trabajas a su lado, te lo compras: “Martukiña, querida, dedícamela con amor, algo así como: A la bruja porculera que me chupa la sangre de 9 a 19h, sin acritú”.

¿Que de qué va el libro?. Pues de Lina Babia, una heroína de real life. Una gladiadora del periodismo que escapa de su tierra de mastines y chorizo ahumado para bregarse en la redacción de un canal de televisión. La chuki escribe, se enamora, echa algún que otro polvo tórrido, entrevista a Lagerfeld, se desenamora, viaja más que Willy Fogg, reflexiona verdades como puños, sufre las veleidades de una jefa chunga (ojo, que esa no está basada en la que pensáis, pero sí en alguna otra, jejeje), y termina como…Ah, no, que si le reviento el final se vengará de mí por generaciones.

Bien, hay que leer el libro. Todos, incluso quienes, como yo misma, sólo le damos a Shoppenhauer y a Lipovezsky para epatar socialmente. El amor es el tema universal (y el desamor, ni te cuento). Ha parido grandiosos personajes: Madame Bovary, Ana Ozores… y ahora Lina Babia. “El amor es lo más bonito que hay”, dijo una vez mi amiga V, en pleno cierre una madrugada, y todos aplaudimos. “El amor, ¿qué amor? Hay muchos tipos de amor”, dijo mi terapeuta el día que le confesé que creía que era una entelequia para tontos.

Sí, sólo los tontos creen en el amor. Pues creamos y amemos. Total, si creemos en el G-20, en las cumbres del cambio climático, en el devenir del genoma humano o en la santidad sin mácula de Barack Obama, ¿por qué no creer en las novelas sentimentales?. Yo, Martuki, sólo añadiré una cosa más. Sueño con un epitafio como el de “San Manuel bueno, mártir”. Algo así como: “Murió creyendo no creer, y sin embargo creía”.

Y te quiero, claro…