Mi querida Big-Bang: Hoy es el gran día. Toca epatar “a propios y extraños”, que diría el HOLA, con unos (putos) macarrones. De toda la vida, el macarrón ha sido ese plato pobre que se crecía con el chupchup de la salsa de tomate y algún que otro tropezón vistoso. Como las mujeres con mechas y pelo de rata (mi caso). La cuestión es que…
Virginia Galvin
La vida en 5 minutosMi querida Big-Bang: En la vida de toda mujer hay un día en el que por fin consigue ganar un concurso de baile en la modalidad de “canción ligera”. Llevo años soñando ese momentazo, aunque en mi fantasía sucede sobre un escenario lleno de focos, confetti de colores y bailarines macizos al mejor estilo Giorgio Aresu (ballet Zoom, tiren de hemeroteca los menores de 35)…
Mi querida Big-Bang: Mi adolescente está muy mosqueada porque ha visto en el Cuore que a la hija de Madonna -de su misma edad- se le permite ir maquillada como Lady Gaga y vestida cual mamarracha rockera pasada de pastis. “Tú eres una antigua disfrazada de moderna, una falsa”, me suelta la deslenguada cuando le digo que para ser Lourdes María hay que tener una…
Mi querida Big-Bang: Divorcieitor lo ha vuelto a hacer. Un hombre de pelo lacio y canoso que se tiñe de negro zaíno está queriendo expresar algo y no sabe muy bien qué. Si encima ese hombre prescinde de los profesionales del coiffure, empieza a preocuparte. No es que esté en contra de la coquetería masculina, qué va, es que las de la corporación de la…
Mi querida Big-Bang: La mente enferma que acuñó el título “El silencio de los corderos” no había dormido jamás en el prado astur. O, por el contrario, quiso hacer una ironía y le salió una de psicópatas. Que en el fondo viene a ser lo mismo. Constato que los corderos se pasan la noche dando por saco con sus cencerros, pero anoche, cuando los escuchaba,…
Mi querida Big-Bang: Si me quedaba un gramo de mi legendaria sofisticación urbanita, acabo de perderlo. “Tanto verde y tanta vaca no pueden ser buenos”, me advierte Mr.Rubidio desde la distancia, porculero como es él, con su chunguez elevada al paroxismo porque se ha quedado en la capital, a 42 grados, y no puede soportarlo. Sí, Rubidio es de esos hombres tiñosos que nunca le…